Otros dos gestos que conmovieron

Otros dos gestos que conmovieron

El Papa con el cocar indígena y abrazando a un exadicto, otros dos gestos que marcaron el día.

Otros dos gestos de Francisco volvieron a generar emoción en Brasil. El primero de ellos tuvo lugar cuando, luego de escuchar hablar a un joven exadicto a las drogas, quien se autodefinió como sobreviviente del "exterminio social", el Papa se levantó de su asiento para abrazarlo, durante el acto realizado en el teatro Municipal de Río de Janeiro. 

"Como residente de una favela de aquí cerquita, la favela da Maré, yo tenía todo para entrar en la estadística, ser uno más de los jóvenes que acaban exterminados a causa de la violencia que existe en la ciudad", dijo Walmyr Junior, hoy profesor de Historia en la Pontificia Universidad Católica de Río. 

Dirigiéndose al Papa como "padre Francisco", Junior afirmó que para él "es un desafío" representar a la sociedad civil, así como a sus hermanos, "los que no tienen voz, los que viven en las calles", así como a los "olvidados y violentados". 

Pero "no sólo traigo tristeza", aclaró. "Traigo también a los que sueñan con un nuevo amanecer" y a los jóvenes "que están en las calles para que su vida sea digna, con calidad, educación, salud, seguridad", enfatizó, en alusión a los que vienen realizando protestas por mejoras en los servicios esenciales y contra la corrupción. 

Visiblemente emocionado, en cuanto el joven concluyó su alocución, que fue aplaudida por el público, entre el que se encontraban políticos, diplomáticos, empresarios, académicos y representantes de la sociedad civil de Brasil, el Papa se levantó y le dio un fuerte abrazo. 

En el otro episodio, el Sumo Pontífice tomó el cocar indígena de la tribu del estado de Bahía y se lo puso en la cabeza, casi al final de la ceremonia.

"Nunca pensé que el Papa se iba a poner mi sombrero de plumas en la cabeza, estoy muy emocionado", dijo el indígena pataxó Ubirai, de 26 años, luego de encontrarse con Francisco en el marco de una reunión con la sociedad civil.

Según Ubirai, él mismo quería entregar, durante el cierre de la Jornada Mundial de la Juventud, el 'cocar' o 'aratacá' de plumas de garzas y de papagayo al pontífice.

En la tradición indígena, el cocar o corona de plumas tiene la función de vincular al hombre con Dios.

El indio pataxó llegó a Rio de Janeiro desde Santa Cruz de Cabralia, sur estado de Bahía.